Seguidores

lunes, 21 de abril de 2008

Días de sur



¿Hasta que punto puede un viento afectar a la vida de una persona, de una familia, de una población?
Hace ya unos años que tuve el placer de leer "Los aires difíciles" de Almudena Grandes. La novela se sitúa en la costa de Cádiz, lugar conocido por todos entre otras cosas porque siempre, y digo siempre, sopla el viento. Cuando no es levante es el poniente y, si no, el sur. Y no es indiferente que sople uno u otro ya que la componente influye en la vida de la ciudad, en la pesca, en los lugares a los que la gente acude, en su carácter, en los animales y en costumbres tan simples como lavar la ropa y ponerla a secar.
Como habitante de una ciudad costera, me identifiqué al instante con la forma en que el aire gaditano modela los acontecimientos de la novela hasta el punto de sentir en mi piel el bochorno del poniente y sufrir en mi garganta la sequedad del levante. Y es que cuando hemos nacido y convivido tantos años con los aires difíciles parece que no le damos aprecio a lo diferentes que son las cosas cuando soplan unos u otros.
Aquí, en mi norte, el oeste (poniente) nos trae la lluvia, pero, sobre todo, la humedad. Lo llamamos gallego porque de allí nos llega cargadito de nubes grises que asimilamos inmediatamente con sacar el paraguas de casa y tener los bajos de los pantalones permanentemente humedecidos. De pequeños, el oeste traía consigo a madres obsesionadas con horribles catiuscas que nos veíamos obligados a poner para ir al colegio.
El levante de aquí es seco también, como el de Cádiz. Pero frío, muy frío. Se presenta con días soleados y cielos despejadísimos en los que las nubes huyen despavoridas para dejar solo al astro rey, que nunca calienta tanto como aparenta.
Y el sur... ¿qué decir del sur? Los días de sur son especiales, mágicos. Los días de sur son tragedias en sí mismos porque siempre tienen un desenlace fatal en forma de chaparrón de esos de gota gorda que despierta el olor a tierra mojada, cuando no acaban con aires aciclonados de los que arrancan tendales y tumban contenedores. Como las tragedias griegas, que siempre acaban en muerte o locura del personaje principal.



El sur deja matices, colores que nunca se ven, que están ahí agazapados esperando a que el cálido vie
nto los saque a relucir, los muestre, los exhiba. El sur se lleva la humedad, reseca la piel y la garganta y hasta los más encrespados cabellos caen rendidos a sus pies sin remedio. Pero, cuidado, dicen que el sur de aquí, activa la locura del loco y enloquece al que está cuerdo. Yo no digo nada, que puede que me están vigilando y luego todo se sabe.
Esto se escribió el día 20 de abril de 2008, un día de sur.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Uy... y encima se te junta con luna llena, corazón... ponte en lo peor...
Besos

Marcos dijo...

Excelente reflexión de los vientos en Cantabria, o más concretamente en Santander. Hay que decir que tiene que haber un poco de todo, del oeste que trae la lluvia, del norte que trae el frio y en invierno con nieve, del este que viene con dias soleados pero con fresco y del sur, que como dices permite ver unos matices de la realidad que sólo se pueden ver en estos días y que nos permite alcanzar unas temperaturas que ni en los mejores días de verano. Aunque la verdad que luego acaba como las tragedias griegas, pero merecen la pena...

Anónimo dijo...

Pues a mi me gusta mucho el viento sur, por su calided,por los colores del cielo, porque todo se ve mas cerca, cualquier paisaje si sopla el sur es mucho mas bonito, y a mi no me afecta nada a la cabeza al contrario las cosas bellas me relajan.Un beso

DEMI MOORE dijo...

PUES YO CONOZCO A UNO QUE EL VIENTO SUR LE TRASTORNA MAS DE LO QUE ESTA EL POBRE....Y SI ENCIMA HAY LUNA LLENA....NI TE CUENTO.. AULLA Y TODO.

F.M.C. dijo...

Efecto Foehn


El efecto Foehn (o Föhn) se produce, en prácticamente todas las zonas montañosas, cuando una masa de aire templado y húmedo es forzada a ascender para sobrepasar sistemas montañosos. Consiste básicamente en la condensación de la humedad en la vertiente de barlovento y en el correspondiente calentamiento en sotavento.



El calentamiento se debe a que, una vez el aire ha perdido agua, al descender el viento (por la vertiente de sotavento) la temperatura sube más deprisa que al principio*, ya que el aire seco se calienta más rápidamente que el húmedo (por la diferencia de capacidades caloríficas).

*Si el aire no está saturado (de humedad), asciende y desciende con un gradiente de -+1ºC/100 m. Mientras que, durante la condensación, asciende con un gradiente de -0’6ºC/100 m. Por tanto, si una masa de aire condensa a 500 m y todavía ha de subir 1500 m, cuando baje se habrá calentado +4ºC.

El Foehn suele provocar inestabilidad en la zona de barlovento, por el incremento de la posibilidad de precipitaciones, así mismo, provoca una relativa estabilidad en sotavento ya que el aire seco y cálido desciende rápidamente por la ladera, produciendo una gran presión atmosférica debido a la compresión adiabática.

Además, el Föhn también juega un papel importante en el aumento del riesgo de aludes y crecimientos fluviales, por el rápido deshielo que puede ocasionar. Además, el Föhn seca la tierra, los árboles y los brotes, creando condiciones favorables para incendios de bosques, o pérdida de cosechas.

¿De dónde viene el nombre?

El nombre se originó en los Alpes donde mejor se desarrolla, especialmente en el foehn sur en las laderas del norte y donde los valles norte-sur se abren a planicies, o en valles este-oeste, como en Innsbruck. En otras regiones montañosas, el foehn tiene una variedad de nombres locales; chinook de las Montañas Rocallosas; zonda en Argentina (para un foehn del oeste); puelche en los Andes (para un foehn del este); ljuka en Carintia (noroeste de Yugoslavia); halny wiatr en Polonia; austru en Rumania; favogn en Suiza. Un foehn del noreste que desciende del Masivo Central en Francia se extiende sobre la planicie del Garona. Un viento seco del noroeste que desciende las colinas de la costa en Mayorca es llamado el barredor del cielo. En Nueva Zelanda, en foehn que sopla desde los Alpes Neozelandeses a las llanuras de Canterbury es el Canterbury del noroeste. (AMS)