Seguidores

sábado, 21 de agosto de 2010

Chiquitina

A mi chiquitina:

Con la presente quisiera decirte lo que no te dije nunca, lo que no me dio tiempo a contarte, a enseñarte, a compartir contigo.

Te has ido muy pronto, mi chiquitina. Pero te has ido rodeada de la gente que más querías. Te han arropado, te han mimado, te han cuidado hasta el último suspiro. Se han hecho los fuertes y los valientes y habrán tenido que morderse los labios más de una vez para no soltar una lágrima que no querían que vieras. Te fuiste entre sonrisas y cariño, estoy segura.

Pero pronto, demasiado pronto porque te quedaba todo por vivir. Porque la esperanza que nos mantiene en pie y nos obliga a confiar en que vendrán mejores tiempos, no fue suficiente sustento para mantener el latido de tu corazón. Porque la vida te esperaba fuera cargada de momentos inolvidables y no, no es justo que yo los esté viviendo y tú no hayas podido ni siquiera imaginarlos.

Te has ido y el mundo hoy es un poco más gris, más feo, más silencioso, más amargo si cabe. El mundo está huérfano de una habitante que emanaba la poca luz que tenía. Esa luz reside aún en los que hemos pasado ratos contigo. En los que hemos compartido contigo experiencias y anécdotas en un aula o en una habitación de tu casa. Esa luz, chiquitina, no se extinguirá nunca, lo prometo. Prometo mantenerla viva y no olvidarme de la viveza de tus ojos redondos, de esa sonrisa que nunca dejó que se supiera el dolor que sentías, de esas cuatro pecas marrones que te salían en la nariz cuando te daba el sol. Prometo superarme y ser mejor persona para intentar, al menos, que tu corta memoria no quede en el olvido y que lo que tú podrías haber llegado a conseguir, se consiga.

Habrías sido una brillante cirujana o una experta egiptóloga. Habrías fundado un zoológico o te habrías dedicado a pintar o esculpir miniaturas. Habrías sido lo que hubieras deseado ser porque desde muy pequeña has sido dueña de ti misma, madura y responsable. Pero sobre todo, desde muy pequeña has mirado al futuro con un optimismo que se oponía a tu maltrecha salud.

Finalmente, la última batalla la ganó él y no tú. Después de muchas victorias que iban dejando huellas en tu cuerpo que el tiempo no pudo curar. Después de no dejarte vencer una y otra vez durante más de diez años de guerra. Después de salir sonriendo de cada combate y transmitirle al mundo entero que estabas aquí y que no te ibas a rendir con facilidad, tu enemigo no ha demostrado ser más fuerte que tú, pero sí mucho más pertinaz y resistente.

Me quedo con el proceso y no con el resultado. Me quedo con tus ojos vivarachos y tu sarcárstico sentido del humor. Con tu vitalidad y tus ganas de vivir. Me quedo contigo, con lo que fuiste, con lo que prometías ser, con tus ganas, con tu alegría infinita, con el cariño con el que siempre lo hacías todo.

Y lo dicho, chiquitina. Que me quedo huérfana de ti y que, en contra de lo que pudiera parecer, yo, tu maestra, he aprendido mucho más de ti que lo que tú has aprendido de mí.

Que descanses por fin y que tu legado no se pierda nunca.

Te mando un beso.

Esta entrada está configurada para no admitir comentarios. Para mí, era una necesidad y quería compartirla con vosotros, pero no es un post al uso y quiero distinguirlo de los demás de esta manera. Espero que no moleste ni ofenda a los lectores y agradezco de antemano la comprensión.