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sábado, 7 de marzo de 2009

Te los robo cuando quiero

Absorta en sus pensamientos, conduce por el mismo trayecto que recorre cada día de casa al trabajo, del trabajo a casa. La incesante lluvia le obliga a poner la segunda velocidad del limpiaparabrisas y encender las luces. Sólo quiere llegar a casa, ponerse el viejo pijama de mariposas y los calcetines gordos, para colocarse en el sofá y leer un rato en la ventana de la salita que da al norte.
Hoy no tiene fuerzas para recoger la ropa del tendal, ni limpiar el polvo. Tampoco es un buen día para quedar con una amiga y tomar un café. Desea con todas sus fuerzas no ver ni hablar con nadie.
No tarda mucho en llegar, aunque a ella le parece toda una vida. Hace todo lo que quiere hacer. Se pone el pijama y los calcetines, se acurruca en la butaca que ella misma situó junto a la ventana y agarra el libro. Aún queda suficiente luz natural como para no tener que encender la lámpara hasta detro de un rato. Respira profundamente y mira por la ventana. Dos chicos son salpicados por un coche. La lluvia no cesa. Sonríe aliviada por la dicha de estar en casa y toca con la punta del pie el radiador, que ya está casi caliente.

Desde los tiempos de la fundación, José Arcadio Buendía construyó trampas y jaulas. En poco tiempo llenó de turpiales, canarios, azulejos y petirrojos no solo la propia casa, sino todas las de la aldea. *

Cuando más inmersa estaba en la novela de novelas, algo interrumpe su lectura. Llaman al timbre. Mira el reloj. Las diez y media. No sabe quién puede ser. Se levanta perezosa y abre la puerta.
-¿Qué haces tú aquí? Le mira extrañada mientras se suelta con disimulo el pelo y se estira el jersey del pijama para colocárselo.
Él se queda mirándola fijamente y la sonríe con complicidad.
- No te quedes ahí parado. Pasa, hace mucho frío. ¿A qué has venido? ¿Vas a llevarte algo? No creo que quede nada tuyo por aquí a estas alturas.
Él cierra la puerta tras de sí y la mira de arriba abajo. Se acerca a ella y sujeta su cara con la misma dulzura con la que lo hizo la primera vez que la besó. En su mirada, ella puede ver aún restos de la inocencia que percibió aquel día y que tan irresistible le pareció.
-Creo que aun hay algo aquí que me pertenece -dice él. Y no me refiero a la discografía de Revólver.



* Extracto de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre hay lugar para una reconciliación y si es con música de Revólver de fondo, grupo del que tengo toda la discografía, pues el éxito está casi asegurado. Es una historia genial, niña y con un final que ojalá se diera mucho más en la realidad. El poder de redención de un beso. Me encantó. Cuídate mucho y me alegro de que también te gustara mi historia. Confío en que la espera te merezca la pena. Hasta pronto.

Martine dijo...

Está claro que por más cosas que se llevara,hay cosas que no caben ni en una caja ni en el bolsillo... y que ella no encienda la luz... no... no...ahora no...
este instante es mágico...

Besitos, a media luz..

CarmenS dijo...

Quizás ella se niegue a besarlo, porque no sabemos si fue ella quien decidió cortar la relación.
Quizás ella decida no reconciliarse por el mero hecho de que él quiera hacerlo y le ponga a prueba durante un tiempo.
Quizás ella haya encontrado mientras tanto a otra persona a la que amar...
Me gustan las historias con finales abiertos. Me dan qué pensar.

Anónimo dijo...

Lo confieso. Confieso que, por un momento, temí por ella (vemos tantas historias de violencia, mal llamada de género, en la tele).
Además, son las 10 y media de la noche. ¿Qué horas son esas para ir de visita y más a casa de una ex?.
El chico me parece un pelín prepotente. La considera de su propiedad. Pienso que fué él quien rompió la relación. Espero que ella se lo piense bien.
La canción de Revólver, preciosa.

Luis Cano Ruiz dijo...

Gracias por esta entrada y la canción final.

Te he dejado un premio en mi blog. Pásate a recogerlo cuando quieras. Espero que te guste.

Un saludo.

Álvaro Dorian Gray dijo...

Revolver y García Márquez, el tipo lo tenía fácil...
Yo me imagino que hicieron el amor durante toda la noche mientras la lluvia arañaba los cristales...
saludos y salud

gloria dijo...

Me cuentas esta historia y ya comienzo a temblar, Laura.
Me hablas de "Cien Años de Soledad" y se me encoge un poco el corazón.
Pero si además terminas esta entrada con ESTA canción de Goñi... es que ya Laura... Creo que hasta agradezco no haber tenido internet el fin de semana... porque lo que habría llorado...
Hay reconciliaciones, querida Laura, pocas, pero existen, y yo esta historia la terminaría con una inolvidable. Estoy así de romántica y tonta últimamente, qué le vamos a hacer.
Un abrazo enorme.

Dara dijo...

-¿Ah sí? Pues yo juraría que no te dejaste nada - musitó ella, mirándole a los ojos.
El calor del recibidor caldeaba sus huesos, y apenas sentía las manos frías de él sobre su rostro.
-No miraste bien - dijo él, acercándose a sus labios - porque sé que olvidé algo - y la besó, muy, muy despacio.


Un miau de cuento

Marcos dijo...

Bonito post y buena canción...

Roberto dijo...

Las mejores historias de amor son las inconclusas...

me imgainé besando a esa chica en ese día de lluvia...hermoso tu texto, y la canción

un beso

Anónimo dijo...

Leyendo todos estos comentarios, veo que el romanticismo impera en el mundo, pero la realidad, en la mayoría de los casos, es muy otra.
Me gusta el realismo trágico del comentario de Heloise, al que me adhiero.

Samuel dijo...

Precioso!!!! Me has tocado la fibra sensible! Y me encanta que consideres "100 años..." como la "novela de novelas", que gran libro!! Y revolver! que con escucharlo unos minutos ya me sumo en un estado de sentimentalismo eterno, jajja.

Bueno "Ranma", que me alegro de leerte. Por cierto, este finde se celebra el "II salón del manganime de madrid", así que ya te contaré si alguien se disfraza de ti, jajaja.

Laura dijo...

La verdad es que las historias con finales abiertos provocan respuestas muy diversas cuando las leemos. Esta historia se podría cerrar con cualquiera de vuestros finales y, pesar de ello, tiene el suyo propio y distinto al de todos los vuestros.
Es fácil ser romántico y ansiar la reconciliación con beso tierno y apasionado incluido. Mucho más fácil es ser pasional e imaginar que hicieron el amor durante horas.
Ponerse a la defensiva y marcar el territorio por si la protagonista no lo hizo, es precavido y denota desconfianza, desengaño o, simplemente, experiencia y madurez.
De todos ellos confirmo la sospecha de que en la vida no hay una única para cada pregunta y no hay un único final para cada historia.
Un saludo romántico, apasionado, desconfiado...
PD: Samuel!!! Cuánto tiempo!!