Gracias, Marcos.
Estamos a finales de octubre y desde hace ya algunas semanas, los centros comerciales de nuestras ciudades se visten de Navidad.
Yo soy poco amiga de las fiestas navideñas por diversas razones. No comparto la parte religiosa de las mismas, no creo que lo de reunirse con la familia traiga sino discusiones y problemas y la parte que podría interesarme y de la que sí participo, es decir, la de comer, beber, salir y hacer regalos, pues bien creo que se haría con o sin un contexto navideño porque interesa y, además, vende.
Y de vender era de lo que venía yo a hablar hoy. De vender Navidad con cualquier excusa, a cualquier precio y, clama al cielo, desde cualquier momento. Cada año tengo la sensación de que se empieza a comerciar con la Navidad más temprano y con menos vergüenza.
La excusa que ponen los comerciantes es que cuanto antes lo pongan a la venta, antes lo empiezan a vender. La de los consumidores, que si no compran ahora, "lo bueno" se acaba enseguida.
Con todo ello, lo que se consigue es que cualquier celebración se convierta en todo un ritual estético que, de forma sugestopédica, nos convence a todos de que debemos comprar para adornar, comprar para comer, comprar para regalar y nos aboca a un consumismo que, aunque lleve ya años instalado en sociedades como la nuestra, no deja de producirme una mezcla entre miedo, rabia e impotencia.
La solución la veo complicada pero tal vez sea más fácil de lo que parece y pase por iniciar una búsqueda. La búsqueda de lo esencial, de lo simple, de lo necesario, de lo que, en realidad, nos hace felices.
De todos los objetos, los que más amo
son los usados.
Las vasijas de cobre con abolladuras y bordes aplastados,
los cuchillos y tenedores cuyos mangos de madera
han sido cogidos por-muchas manos. Éstas son las formas
que me parecen más nobles. Esas losas en torno a viejas casas,
desgastadas de haber sido pisadas tantas veces,
esas losas entre las que crece la hierba, me parecen
objetos felices.
Impregnados del uso de muchos,
a menudo transformados, han ido perfeccionando sus
formas y se han hecho preciosos
porque han sido apreciados muchas veces.
Me gustan incluso los fragmentos de esculturas
con los brazos cortados. Vivieron
también para mí. Cayeron porque fueron trasladadas;
si las derribaron, fue porque no estaban muy altas.
Las construcciones casi en ruinas
parecen todavía proyectos sin acabar,
grandiosos; sus bellas medidas
pueden ya imaginarse, pero aún necesitan
de nuestra comprensión. Y, además,
ya sirvieron, ya fueron superadas incluso. Todas estas cosas me hacen feliz.
(1932)
Bertolt Brecht,
en “Poemas y canciones”.
10 comentarios:
Comparto tu rechazo a esa incitación excesiva al consumo, con la que no me identifico. Hacer los regalos justos, eludiendo compromisos que no conllevan afecto o vínculos sentimentales, comprar algún polvorón y algún mazapán, porque están muy ricos y no se encuentran en otras fechas del año, no participar en comilonas ni juntarme a tomar una copa con gentes con las que el resto del año no se mantiene una complicidad laboral o amistosa. Eso procuro practicarlo.
Lo bueno es que por navidades nos visitan personas queridas que vienen de lejos. Pero eso no tiene que ver con el consumismo, con la beatería ni con los villancicos.
pensamos practicamente lo mismo con respecto a las navidades,yo la verdad es que no soy muy aficionado a esas fiestas,creo han perdido ya todo el sentido que tienen.
creo que este consumismo frenetico que hay en navidades no va a desaparecer nunca,ya esta demasiado inculcado en la sociedad que estas fechas son para gastar y gastar
Y los libros usados, leídos, regalados, dedicados. Ya empezaron los comercios con la cantinela navideña? Aquí, gracias a Dios, deben ser ateos, porque no empiezan.
Un saludo!
tienes razon somos muy consumistas y deberiamos conciencianos a una vida mas simple
Un besote ;-)
Pero es que mucha gente no sabe qué es lo esencial y lo que les hace felices, entonces tienen que arrasar con todo y al final se dan cuenta de que no han conseguido sentir nada.
miau
de
palomitas
Como siempre, y más cuando se acercan fechas como estas, no puedo ni quiero quitarte la razón.
La sociedad, no es nada nuevo que nos ahogamos en nuestra propia sensación de felicidad, falsa, pero como casi todo de lo que nos ponemos como escudo para no ver lo que hay fuera.
p.d: La parte jocosa de esto es que, cuanto más pronto acabe la gente de comprar los regalos, mejor lo tendremos los amantes de la última hora.
Cuídate Laura.
Me gusta mucho el poema que has puesto.
Respecto a lo demás, lo comparto. La Navidad ha perdido todo su carácter religioso y es consumismo puro y duro.
Un beso.
A mi la Navidad, la verdad es que me gusta, con su consumismo incluido. Pero hay cosas que sobrepasan el límite y una de ellas es pasarte a mediados de octubre por un centro comercial y ver adornos navideños, propios de mediados-finales de diciembre...
PD: Bonito y en parte cierto en las cosas que dice, el poema de Bertolt Brecht...
Reivindica lo simple ;-)
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