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sábado, 5 de julio de 2008

La lluvia en mis cristales


Est-ce qu'il pleut? Mi pequeño pasado afrancesado ha dejado huellas en mí que persisten en el tiempo. Cuando empieza a llover, siempre se me viene a la cabeza esa frase que, para los menos puestos en la preciosa lengua romance, sería ¿Llueve? en castellano.
Los norteños me comprenderán bien y, aunque mi intención no sea la de incurrir en el topicazo de denunciar el mal tiempo que tenemos por aquí, hoy no me queda otro remedio. Por eso, pretendo aliviar esta recurrente conversación de ascensor con la dulzura del francés (el idioma, para los mal pensados) con el añadido de viajar un poco desde casa, que nunca viene mal, especialmente a quienes me leen desde sus puestos de trabajo ansiando ya la llegada de las vacaciones. Hay un poema de Louis Calaferte llamado
C'est vrai qu'il pleut à Londres y que dice...

C'est vrai qu'il pleut à Londres
et que les ponts s'ennuient

Le ciel mourant et hypocondre
aux nuages noués de suie

A Londres il pleut à Londres
paillettes de la pluie

On voyait la ville se fondre
comme irréelle comme enfuie

Un peuple indécis correspondre
sous les dômes des parapluies

Nos ombres allaient se confondre
dans l'ombre grise de la pluie

C'est vrai qu'il pleut à Londres
et que je t'ai suivie

Si hay un pueblo al que el tópico del mal tiempo castiga más que a nosotros, ése es sin duda el inglés. En este poema se hace hincapié en la persistente lluvia londinense y la necesidad de comunicarse bajo las cúpulas de los paraguas. Es cierto que llueve en Londres, denuncia, y que los puentes se aburren. Y sí, es cierto que llueve en Londres y que sus habitantes viven enfundados en gabardinas y botas de agua (nada que ver con el look turista de sandalias con calcetines que lucen aquí). Pero lo cierto que a Londres, para lucir, no le hace falta la luz del sol. Es más, goza de un encanto mayor con el cielo nublado y se disfruta mejor con una chaqueta, que en camisa de tirantes.
Hoy Santander amaneció, como Londres, con la humedad y el frescor que no necesitábamos. Aquí se duerme bien por las noches y no nos alivian las bajadas de temperatura, la verdad.
Pero, como todo en esta vida, los días norteños tienen una contrapartida. Cuando miro por el ventanal de mi salón y veo gotas de lluvia en mis cristales mi mente viaja hasta Londres y se asoma por uno de los salientes de Tower Bridge, donde todas y cada una de las veces que he estado sopla una brisa que sube del Támesis y te enfría la cara. Y se me ocurren frases residuales en francés que tengo que consultar en diccionarios para asegurarme de cómo se escriben, porque tengo un recuerdo puramente auditivo de ellas.
Hoy, quisiera yo que Santander amaneciera como Londres y que de fondo sonara Édith Piaf con La vie en rose.
Seguiré soñando y mirando a través de las gotas de lluvia del cristal. ¿Quién sabe dónde me llevarán?



12 comentarios:

begoyrafa dijo...

Hay canciones que jamás deberían abandonar las imperfecciones del vinilo, es más, que necesitan de ese ruido de la aguja acercándose a los surcos.
Yo0 también soy del norte, de Gijón y aquí también ha amanecido gris y con la lluvia como amenaza.
Por eso disfrutamos tanto de la playa, aquí hay incertidumbre y en cuanto el sol aparece corremos como locos; y, en el fondo cuando ya lleva unos cuantos días seguidos con sol, deseamos un día gris y de lluvia.
Así de raros que somos por estas latitudes.
Un abrazo
Rafa

Marcelo dijo...

Para mí la lluvia es felicidad. Me refiero desde la cuestión de la melancolía, porque sé que la lluvia es dicha para algunos (que trabajan la tierra) y pesar para otros (que viven en malas condiciones)
Yo me refiero al estado del alma. Claro que uno se pone más sensible, pero no me entristece. Me dan ganas de hacer otras cosas, distintas a las de un espléndido día de sol, que también me gustan.
Un saludo

Marcos dijo...

Pues a mi los días nublados con lluvia y fresquitos que tenemos en el Norte, la verdad es que me gustan. Yo no podría vivir en una zona en la que hace sol y calor gran parte del año. Aunque hay que reconocer que unos días de sol y calor también vienen bien.

La verdad que tiene su encanto recorrer la calles de la City con ese día típico British, que ganas de volver...

CarmenS dijo...

Un poquito de lluvia nos vendría bien por el centro; se llevaría los calores, los humos malos y, quizás, alguna sensación de añoranza que surge cuando hablas de Santander (una semana inolvidable en la Menéndez Pelayo) o de Londres (un viaje primaveral soportando un frío inmovilizante).
Te envío un poco de sol del que aquí nos ilumina y nos fustiga.
Con cariño

Anónimo dijo...

Para mi los dias lluviosos de verano son como un oasis en el desierto,claro,yo he vivido en Madrid y cuando venia de vacaciones en verano, después de pasar tanto calor imaginate lo qué era un dia de lluvia.... Besos.

Anónimo dijo...

Desde mi punto de vista, creo que no tiene nada que ver el vivir un dia de sol, a vivir un dia de lluvia.
El de sol, gusta y más ahora en veranito, pq aqui en el norte hay que aprovecharlo que tan pronto está como que se va. Y como que te sientes con ganas de comerte al mundo.
El de lluvia, también me gusta. Igual no te sientes con ganas de comerte el mundo pero me encanta ver llover y pq no, coger un leve chaparrón. Pero lo que más me gusta es ese olor que hay cuando en un dia más o menos caluroso de repentente cae un chaparrón de agua: es olor a lluvia.
Pienso que al igual que el sol te crea el ser más activo la lluvia te crea una cierta melancolía, que no significa tristeza.

Anónimo dijo...

Un norteño de pro, don Leopoldo Alas Clarín, decía aquello de "O el cielo o el suelo, todo no puede ser". Es el peaje que pagamos por el paisaje verde, qué se le va a hacer.
Yo no podría vivir sin lluvia. Lo que me fastidia es la cantinela de los turistas a los que les da por venir por aquí (sabiendo lo que hay) y luego se quejan del tiempo. Por favor, si quieren sol, a Benidorm, hombre...

En El Corazón del Bosque dijo...

Precioso homenaje a Santander, Londres y tu francés grabado en el alma.

Ultimamente hecho de menos mis días en Londres y me ha encantado leer tu entrada.

La lluvia también tiene su encanto, y más ahora que no hace frío...

Un beso

Laura dijo...

Por lo que veo el tópico de que la lluvia es odiada por todo el mundo no se cumple en el caso de los que comentais por aquí. Me alegro, porque, como bien dice Marcelo la lluvia es felicidad, o lo que es lo mismo, el agua es vida. Aun así, no podemos evitar quejarnos por estos lares de tanto día gris en verano después de un largo invierno. Necesitamos que sequen nuestros huesos y que nuestro pelo permanezca liso, cosa que me cuesta mucho mantener.
Por otra parte, estoy de acuerdo con Bruja en que el turista que nos visita ya sabe a lo que atenerse con el clima. Eso sí, le obsequiamos con un turismo de calidad, naturaleza y buena gastronomía. ¿A que sí?

Javi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Javi dijo...

Hola Laura!!

El agua es vida, quizás debería de llover en otoño e invierno y dejar el verano para poder hacer cosas, ya que como bien dice Sabina "los otoños son tan grises, los inviernos solos de violín" y es la época idónia para ver llover.
Pero en fin, nosotros nos lo hemos buscado. Y como no pongamos freno al cambio climático puede ser mucho peor con el paso de los años...

PD. En mi blog tienes un premio esperandote

Besos

-javi-

Miriam dijo...

Que lindas sensaciones que da el leer lo que escribiste. Pude sentir la lluvia en el cristal, el viento frio del Támesis y la sensación que trae el recordar la infancia...
Muy lindo
Besos