Seguidores

sábado, 20 de marzo de 2010

Londres, 1998. En un piso de alquiler

Te he dicho mil veces que no dejes que me quede dormida sobre tus piernas.

Cuando estaban viendo series americanas en el sofá y le entraba el sueño, Mara solía dejar caer su cabecita sobre los muslos de Ian y se quedaba siempre dormida porque él le soltaba la coleta y le acariciaba el cabello con una dulzura que no solía mostrar en otros momentos del día.
Ése era, sin duda, su momento. El momento en el que sentía que de verdad podía hacer algo por ella. Sabía que ella trabajaba duro en el restaurante durante jornadas de diez o doce horas. Sabía que, aunque ya se comunicaba bien en inglés, aún le suponía un desgaste tener que atender las quejas de los clientes y las de su jefe. Sabía que para relajarse, cuando le tocaba en cocina, cantaba bajito las canciones de un grupo español de los ochenta y noventa que su madre le ponía cuando era pequeña para que se durmiera. Sabía, también, que todos se sonreían cuando lo hacía, pero su melodiosa voz siempre acababa conquistándoles y les invitaba a tararear con ella aquellos versos que no entendían.
Él sabía mejor que nadie que a ella no le gustaba quedarse dormida en su regazo, que a Mara no le gustaba quedarse dormida nunca. Sin embargo, tener el calor de su cuerpo menudo tan cerquita y acariciar la infinita suavidad de su melena cobriza le producía una placentera sensación que no acertaba a definir. Cuando se despertaba, siempre lo hacía sobresaltada y le increpaba mirando el reloj con ese acento español que no sabía disimular nada más abrir los ojos. Si era viernes, se levantaba del sofá dando un salto y corría a la ducha. Diez minutos después, salía del baño oliendo a niña recién bañada y se encendía un cigarro. Para calentar la voz, decía. Los ojos tatuados en sobra negra y los labios rojos, siempre rojos, para conquistar a los cuatro borrachos que iban a escucharla cantar en aquel garito de nuevos músicos.
Aquel viernes Ian sintió que algo tenía que cambiar. Que había llegado el momento de detener a esa kamikaze con la que compartía piso.
Cuando estuvo lista, le abrazó y le besó con afecto en la mejilla. No me esperes despierto, le susurró en español. Siempre se despedía de él así. Él sonrió y asintió con resignación mirando aquellos ojos marrones envueltos en carboncillos. Bajó la vista y la fijó en los labios de carmín rojo. Quiso besarlos pero se contuvo. Ella lo notó y se incorporó con rapidez.
Qué buenos sois los irlandeses, confesó mientras le recorría el pelo con los dedos. Los ingleses son unos cabrones.
Y, ¿qué hacemos aquí, Mara?, respondió él. Vámonos a tu tierra o a la mía, donde nos traten bien de una vez.
Apenas terminó la frase, un escalofrío recorrió el cuerpo de Ian. Sabía que había puesto demasiada carne en el asador y que, aun así, ella se acostaría con algún rockero al que tendría que ceder su turno en la ducha al día siguiente.

Qué buenos sois, insistió ella. Y mientras daba marcha atrás y se acercaba a la puerta, le miró a los ojos con condescendencia se despidió diciendo, Yo no estoy hecha para que me traten bien.




Arctic Monkeys Leave before the lights come on - MyVideo

12 comentarios:

Nieves LM dijo...

Que buen relato Laura. Durillo, eh?
Es verdad parece que hay quien siente eso, que no están hechas para ser tratadas bien. Un beso.

Miriam dijo...

Cuantas mujeres dirá muchas veces lo mismo... y realmente lo sienten verdad??
Dificil el video, me dejó un sabor amango...
Besos

Mª Dolores dijo...

Yo me pregunto ¿es una mujer distante, fría, o es manipuladora?. Buen relato, pero triste.
¿El video?, me ha dejado un nudo en el estómago ...y un "¡será posible! No me gustan estas mujeres.
Saludos

Boris dijo...

buen relalto como siempre.me gusta mucho leerlos

Anabel Rodríguez dijo...

Me ha encantado el relato. Real como la vida misma. La chica del vídeo está un poco enloquecida. Aunque no ese mala manera de pillar a la pareja de tus sueños, radical, eso sí. Un beso.

Laura dijo...

Puede ser que esta chica tenga un pasado que la hace reaccionar con esa frialdad. Puede ser inseguridad, falta de autoestima o una simple defensa. ¿Quién sabe?

Y el vídeo...ha sido un descubrimiento genial.

Gracias ;-)

Luth dijo...

¿Realmente existe alguien que no este hecho para ser tratado bien? No lo se, pero hay mucha gente convencida de ello. Bonito relato! Un beso!

Roberto dijo...

me la imagino cantando en mis tardes de domingo...me quedaría toda la vida escuchándola!

un beso compañera

Dara dijo...

yo también le desharía la coleta y antes de dejarla marchar le rozaría la nunca despacito para que le hiciera cosquillas.



(un mimito
de esquimal)

Álvaro Dorian Gray dijo...

Ufff relato para pensar.. como me gustan
saludos y salud

Anónimo dijo...

Hola!! te pediría un favor, porque he cambiado mi blog por otro y si tu quieres podrías cambiar la actual url de Helado de Música por esta: http://spotvariety.blogspot.com/ y yo te agregare a mi blogroll.

Un besote ;-)

Marcos dijo...

Buen relato y el video ciertametne curioso...