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sábado, 17 de diciembre de 2011

Deuda


Te debo un verso, una disculpa y  tal vez una respuesta a aquella pregunta que no formulaste. Y  un secreto que sabes que no te confesaré jamás, quizá te debo también.

Te debo un abrazo y seguramente algún beso que intentaste robarme apoyado en la barra de aquel bar que habitamos tú y yo cuando vivíamos bebiéndonos la vida y la niebla de la madrugada.

Te debo una mañana. Pasearme desnuda muy cerca de ti y no dejar que me toques. Vestirme con una de tus camisas y ver amanecer mientras desenredas mi pelo con tus dedos.

Te debo un verso, una palabra, una declaración de amor que nunca escribiré ni recitaré y que formará  parte, junto con otras muchas cosas, de esta deuda eterna que tengo contigo (y que no quiero que me perdones).




5 comentarios:

Marcos dijo...

Una deuda como esa siempre da gusto cobrar.

Gracias por ser una fuente musical constante ;)

Ferragus dijo...

Acreedor, no intentes siquiera saldar esa deuda.

PS
Es un gusto como seleccionas la música.

Luis Cano Ruiz dijo...

Esta vez, me ahorro el comentario y dejo que esa deuda siga aumentando entre las dos personas implicadas.

Cuídate.

Vagamundo dijo...

Una deuda imperdonable.
¿A cuánto está el tipo de interés?


(el "tipo de interés" no es el acreedor)

Laura dijo...

Bueno, bueno, sí que está teniendo éxito ese misterioso acreedor...

Hay deudas que no se saldan nunca por no poder ser pagadas, por no querer ser cobradas o porque mantienen viva la llama esa que llaman del amor.

Disfrutad de estos días.