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miércoles, 2 de septiembre de 2009

No me ames más, ámame mejor.

Era el día de su cumpleaños. Se levantó acompañada de la melancolía de cumplir años y sentir las ganas de amarrar el tiempo con un lazo de seda para que no se escape. Presionó el botón de la cafetera y se dirigió al tocadiscos. Pinchó Rubber Soul de los Beatles.
Un pinchazo agudo en la sien le recordó la fiesta sorpresa de la noche anterior y la razón por la que no debía haberse levantado tan temprano. El olor a café activó una leve gana de recoger y fregar los restos de la cena, del champán, de la tarta, mientras el tocadiscos hacía sonar Nowhere Man.
Mientras se servía el café, recibió un mensaje de texto en su teléfono. Mi regalo será amarte más y más cada día de este nuevo año de tu vida. Feliz día de tu cumpleaños. Recordó que él, al contrario que ella, que se encontarba de vacaciones, tenía que madrugar para ir a trabajar y que anoche se había quedado hasta el final de la fiesta. Recordó vagamente cómo la desnudó y la acostó delicadamente cuando su ebria voluntad no le permitía hacerlo autónomamente. Recordó el sonido de la ducha muy temprano y cogió el móvil. Gracias. Lo siento, pero no puedo quedar para comer como dijimos. No tengo fuerzas...ni estómago. Ven a casa, prepararé algo.

En la ducha, cantó Michelle acompañando al tocadiscos. Desempañó el espejo del baño con la toalla y buscó una nueva cana en su pelo mientras se lo desenredaba. La alarma del horno la avisó de que la pasta ya estaba gratinada.
Él entró despacio mientras ella sacaba la fuente del horno y la ponía con cuidado sobre la vitrocerámica. La observó desde el recibidor mientras se desprendía de las llaves y aflojaba el nudo de su corbata. Estaba tan hermosa con su pelo ondulado humedeciendo el camisón que la cubría que no pudo resistir la tentación de sorprenderla y abrazarla por detrás, depositando un cálido beso en su cuello, que sabía, tal y como él esperaba, a colonia de bebé. Deja eso y ven conmigo a la cama. Ella sonrió con falsa timidez y se dejó arrastrar por él al dormitorio.
La tumbó sobre las sábanas revueltas y besó su frente, su nariz y su barbilla.
Así que éste es mi regalo, ¿no? Inquirió con picardía mientras le desataba con cadencia los botones la camisa.
Él mordió el tirante de su camisón y lo hizo descender sobre su brazo. Rozó con sus labios el hombro de ella y confesó.
He cambiado de opinión. He pensado que no te amaré más cada día. Te amaré cada día mejor.

7 comentarios:

Miriam dijo...

Que buena promesa... amar mejor es mucho mejor que amar mas...
Besos

Anabel Rodríguez dijo...

Pues es un buen propósito, incluso para aplicarlo a uno mismo.
Muacc

Marcos dijo...

Bonito relato.
Por cierto, desde luego que es mejor la calidad que la cantidad. Pero de todo tiene que haber.

Besos...

Boris dijo...

que bonita esta historia,me parece muy romantica. Ya echaba de menos estas historias,que bien que ya estas de vuelta

Roberto dijo...

sabes? eres de las personas que conozco ( aunque sea por aqui y solo un poco) que más cree en el amor...

visitarte es un abrir luminoso de ventanas en un mi cuarto...entra viento fresco, mucho viento fresco...!

te sigo leyendo...me quedo por aqui

Luis Cano Ruiz dijo...

Cuando escuché por primera vez esa canción, pensé que ahí residía el problema actual del amor. Tratamos de querer más, mucho a una persona., concentrar todas nuestras fuerzas en hacerla feliz.

Pero a lo mejor no se trata de la cantidad, sino de la calidad.

Gracias por tu relato, me alegra volver a leerte.

Cuídate.

Martine dijo...

Vale para todo, y para el Amor más...
Mejor calidad que cantidad!
Precioso texto, preciosa historia como todas las tuyas, Laura.

besos, de calidad..