Tu risa revolucionaria

Amo tu risa de revolución, mil ventanas abre en mi corazón.


El frío arrecia y el otoño recoge sus aperos de hojas secas y vientos del sur para refugiarse con ellos en su cueva y aguardar a que el calendario de nuestros corazones de una vuelta completa. El frío se cuela por las rendijas de mis manos y necesito más que nunca cerrar los ojos para protegerme de lo que no quiero ver y abrirlos sólo para comprobar que sigues al pie del cañón, como siempre estuviste.

Sigue sonriendo, me pides, a pesar del temporal. Tu risa hará cambiar el mundo. No estás sola en tu lucha, aunque te parezca que sí, aunque la incomprensión de los demás intente ser más fuerte que tu propio criterio. Aunque el invierno se lleve el eco de tu risa demasiado lejos, aunque borre las pecas de tu rostro y lo deje inerme a merced de los elementos.

Y si todo esto sirve únicamente para mantener tu mano junto a la mía en la guerra de la vida. Si sirve sólo para que tus ojos no derramen sino lágrimas de felicidad. Si sirve para traer la paz a nuestro pequeño rincón, merecerá la pena ganar esta pequeña e insignificante batalla y dejar que los demás hagan lo propio con las suyas.

El invierno se antoja frío y no quiero luchar por nada ni por nadie. Pero seguiré dedicandote mi mejor sonrisa al despertar y tú sabrás que sigo ahí, en silencio, dispuesta, como siempre, a luchar contigo cuerpo a cuerpo sobre las sábanas que envuelven el terreno sobre el que mejor se me da disputarle al amor tu custodia.



Seguiré buscándote cada mañana, buscando tu risa revolucionaria